
Quien trabaja contigo te mata o te levanta
No ignores el daño que puede causar un mal elemento en tu empresa o círculo social.
En los equipos de trabajo, un “elemento contaminante” es cualquier factor que, aunque parezca inofensivo al inicio, impacta negativamente en la dinámica y productividad. Por ejemplo:
- Un colaborador con actitud tóxica.
- Falta de claridad en la comunicación.
- Procesos obsoletos que ralentizan el flujo de trabajo.
El daño no siempre es inmediato, pero su efecto es progresivo. Como una naranja podrida, este elemento contamina la moral, el desempeño y hasta la cultura organizacional.
El efecto dominó: cuando no detectas a tiempo la “naranja podrida”
Imagina a un colaborador que:
- Critica constantemente a sus compañeros.
- Llega tarde, se queja o evade responsabilidades.
- Miente o minimiza sus errores.
Al principio, el equipo intenta compensarlo. Con el tiempo, aparecen:
- Desmotivación: El trabajo se vuelve desgastante.
- Pérdida de confianza: Los conflictos erosionan la cohesión.
- Bajo rendimiento: La energía se invierte en protegerse, no en innovar.
Resultado: Un equipo funcional se convierte en un grupo desconectado.
Claves para mantener un entorno sano
El liderazgo es clave para identificar y actuar. Acciones concretas:
- Cultura de feedback continuo: Hablar abiertamente evita que los problemas crezcan.
- Señales tempranas: Actitudes negativas o quejas recurrentes son alarmas.
- Entorno de apoyo: Recursos para desarrollo personal y profesional.
- Decisiones oportunas: Capacitar o, en casos extremos, remover el elemento tóxico.
Un equipo saludable no surge por casualidad; se construye con acciones intencionales.
Reflexión final
- ¿Qué elementos tóxicos estás ignorando?
- ¿Qué cambios puedes implementar hoy para proteger a tu equipo?
- ¿Cuánto te cuesta diariamente la ineficiencia de tu equipo?
Si quieres profundizar, solicita una propuesta para tu equipo: “Liderazgo que Integra“.
¡Me encanta leerte! Gracias por compartir este espacio.
— Dr. Roch