
Hoy es un buen día para morir
Bienvenido a este gran tema del día de hoy. Cuando digo “hoy es un buen día para morir”, me refiero a que he hecho con mi vida lo que he querido; me refiero a que soy responsable de las consecuencias de cada uno de mis actos.
Al mirar mi vida, descubro que he elegido la belleza, que mi enfoque ha sido agradecer y disfrutar lo que tengo. La mayoría de las veces, he logrado no desear la carencia. He descubierto que, cuando te enfocas en lo que te falta, en tu vida aparece lo que necesitas; y cuando necesitas algo, entonces aceptas limosnas, aceptas menos de lo que realmente quieres, aceptas lo que el otro te puede dar, y eso llena tu vida de pobreza y miseria.
Cuando dejamos de ser mentales y dejamos de ver lo que falta, nos alejamos de la necesidad. Detrás de cada necesidad, siempre hay carencia, y la carencia es mental, resultado de expectativas que están fuera de la realidad. La mente siempre te enfocará en lo que falta. Para la mente, nada es suficiente porque es perfeccionista, pero la esencia de la naturaleza humana es la imperfección.
Cada vez que escuchas a tu mente, sentirás necesidades y te enfocarás en lo que te falta, y ese camino lleva a la pobreza, al dolor y a la soledad.
Cuando te enfocas en lo que falta, aparece la necesidad, y la necesidad siempre es carencia. Lo que está detrás de la necesidad es la carencia: como no tengo algo, aparece la necesidad. Cuando necesitas algo y lo pides, estás dispuesto a recibir migajas, miserias. Y una vida llena de miseria es una vida llena de dolor, sufrimiento y pobreza.
Decir “yo soy” seguido de algo, es una especie de jaula.
Por ejemplo, si digo: “yo soy bueno”, “yo soy generoso”, “yo soy amable”, en ese “yo soy” hay una jaula que te obliga a ser de esa manera para tener identidad y ser validado. Y el único que puede decir “yo soy” es Dios, el creador. Cuando decimos “a veces soy generoso”, “a veces soy amable”, nos damos la libertad de ser lo que somos: imperfectos y humanos. Así honramos al creador, que es el único que puede decir “yo soy” de manera eterna.
Una vida llena de limosnas es una vida miserable, que solo sirve para sufrir.
En mi vida, descubrí que tenía que trabajar para no necesitar dinero, porque cuando necesitas dinero, llegas con alguien y le dices: “¿Me puedes prestar 5000 pesos?” Y el otro te contesta: “Dr. Roch, solo tengo 1500”. Entonces, te ves obligado a aceptar esos 1500, pero olvidamos que esos 1500 no son los 5000 que necesitabas para volver a tu equilibrio. Por lo tanto, aunque tengas 1500, estarás recibiendo migajas, y seguirás buscando a otro para seguir pidiendo.
Cuando alguien necesita dinero, es cuando el dinero no aparece y no te lo dan. Cuando trabajas y tienes dinero, la vida te lo brinda en mayores cantidades de lo que necesitas, y eso es vivir en abundancia.
Cuando vives una vida de abundancia, cualquier día es un buen día para morir.
Recuerda que una vida de abundancia te permite tomar decisiones para dirigir tu vida sin preocupación ni dificultad por la falta de recursos. La abundancia nos permite construir vidas maravillosas y llenas de grandeza.
Construir mi vida con grandeza ha sido mi objetivo, y me siento profundamente agradecido con mi trabajo, con mi equipo de trabajo, con mis clientes y con mi esposa, porque me han permitido construir la vida que siempre he querido. Esta es la razón por la que hoy es un buen día para morir.
No tengo pendientes, no le debo nada a nadie. Me siento realizado, en paz, agradecido y muy bendecido. Si quisiera estar mejor, le pediría a la vida un gemelo.
Gracias por leerme. Si quieres profundizar en estos temas, te invito a que leas mi libro Reingeniería Personal: Transformación en la libertad. Gracias.