MANEJAR EL EGO
SER FELIZ DE TI DEPENDE
Todos estamos dotados de ego como un aspecto fundamental del ser humano; muchas veces, éste rige gran parte de nuestras decisiones en la vida cotidiana y nos ayuda a mantener equilibrio, a fortalecer la personalidad y por que no decirlo a alcanzar muchos de nuestros éxitos.
Nos refuerza la competencia, nos ayuda a superar desavenencias y nos mantiene alertas ante situaciones que a veces no sabemos cómo sobrellevar; también, en buena medida, define varios aspectos de nuestro comportamiento.
Sin entrar en asuntos psicológicos o científicos, el ego día a día puede resultar muy útil, pero también nos puede causar muchos problemas.
Quizás estos inconvenientes de los que hablo no sean en relación con otras personas; sin embargo, de manera introspectiva si puede incluso causar problemas de salud, como estrés, presión alta, depresión e insomnio, entre otros.
Una persona que no maneja el ego con una buena dosis de humildad tiende a tener una exagerada opinión de sí mismo; efectivamente, como dicen, se cree mucho, pero no siempre en el sentido positivo.
Es decir, para él o ella no existen puntos medios ni colores grises, las cosas son todo o nada, o creen que son la bondad andante y que hacen y dan todo por los demás – y, desde luego, nadie les agradece nada – el contrario, recurren al látigo cada vez que pueden, haciendo alarde de lo malditos que son por algún error común que hayan cometido.
Estas personas tienen una exagerada opinión de sí mismos para una cosa u otra y, por supuesto, perciben y demandan de esta misma manera a los demás.
CAUSA O SINDROME
El ego también puede provocar el síndrome el ombligo del mundo; es decir, creemos que todo gira a nuestro alrededor, que si alguna persona pone mala cara, automáticamente la trae contra nosotros aunque ni siquiera sepa cómo nos llamemos; hace que veamos moros con trinchetes, como se dice por ahí.
Otra característica es que nos hace pensar que somos la única persona en todo el universo a la que le suceden cosas, desde luego, malas y que con frecuencia no son tan malas, pero uno con ese pensamiento negativo las convierte en tremendas tragedias griegas.
Con ese ego tan grande ¿Quién no va querer aventarse de un puente peatonal?
El orgullo es un elemento que siempre está muy ligado al ego y que, por lo general, tiene raíz en el enojo. Pensamos que el mundo nos agrede, nos enojamos y el orgullo salta y nos enojamos y el orgullo salta y nos impide ver que quizá fuimos nosotros los primeros en agredir (de ser el caso).
Puede ser que no hayamos agredido antes, y aún así nos agredieron sin razón; de cualquier manera, cuando el orgullo salta hace que nos tomemos las cosas de manera personal y sufrimos, cuando quizá sea mucho más fácil salir del paso perdonando o simplemente poner un límite y dale la vuelta a la página.
El ego y el orgullo hacen sufrir mucho al ser humano. Cuando nos damos cuenta, ya llevamos semanas, incluso meses, revolcando el hecho en un resentimiento brutal.
Hay tantas terapias, dinámicas y métodos tan absurdos para hacer que el ego se reduzca, todas son medidas temporales, algunas funcionan y otras de plano no tanto, pero lo que funciona de verdad es el trabajo diario con uno mismo.
PARA SUPERARLO
Primero, tomar en cuenta que somos unas personas más entre los billones del mundo y aunque mal de muchos, consuelo de tontos, seguro habrá problemas más graves que los que te aquejan; después, identificar ¿Porqué estamos enojados, porqué sufrimos?, para poner las cosas en perspectiva y hacernos la existencia ligera. Perdonarnos y perdonar.
Buscar humildad en lo que hacemos y, asimismo, reconocer nuestros errores y tratar de repararlos en la medida que sea posible. Ayudar a otros de corazón sin esperar algo a cambio.
Tareas difíciles que se hacen poco a poco , pero que tienen resultados inmediatos.