Síndrome de la Puerta Abierta
Hoy quiero hablarte del síndrome de la puerta abierta. Primero, es importante que comprendas que para entender este síndrome, necesitas familiarizarte con las dudas existenciales.
Las dudas existenciales son aquellas que no tienen respuesta. Así como lo lees: no tienen una respuesta.
El síndrome de la puerta abierta ocurre cuando, en una relación, dejas la puerta abierta para que la otra persona pueda entrar o salir sin problema alguno. Esto solo es posible cuando ambas personas son independientes y no dependen la una de la otra.
En una relación con la puerta abierta, tienes la libertad de estar en ella por elección, día tras día. Ambas personas pueden irse, hacer su vida y regresar cuando lo deseen.
Esta decisión conlleva consecuencias, en forma de dudas existenciales. Una de ellas es: ¿volverá mi pareja?
Y esta pregunta no tiene respuesta hasta que sucede. Si regresas, la respuesta no es una palabra, sino el acto mismo de regresar y cruzar nuevamente la puerta abierta. Si no lo haces, la respuesta vendrá en forma de ausencia. La realidad cruda es la única que responde a las dudas existenciales.
Las relaciones con la puerta abierta son mantenidas por dos personas independientes, solventes y libres que eligen estar juntas sin perder su autonomía.
Sin embargo, en el síndrome de la puerta abierta también existe la opción de una relación con la puerta cerrada.
Cuando la puerta está cerrada, surge otra duda existencial: ¿está mi pareja aquí porque lo decide o porque la puerta está cerrada y no tiene otra opción?
Esta pregunta tampoco puede responderse con palabras o deseos. Solo la realidad, con sus evidencias, puede ofrecer la respuesta.
Es fundamental que leas la realidad tal como es, sin permitir que tu mente te engañe con mentiras cómodas que surgen cada día.
Y me pregunto: si alguien está completo, entonces, ¿por qué se relaciona? La respuesta es porque quiere compartir. Y si compartir implica sumar, ser independiente y estar en una relación puede enriquecer, haciéndote sentir más pleno que estando solo.
Para aumentar la autoestima —la clave para ser libre, independiente y autónomo—, es necesario ponerse metas pequeñas y alcanzarlas. Cada logro, por pequeño que sea, suma puntos a tu autoestima, generando abundancia y seguridad en ti mismo.
¿Qué ocurre cuando te impones metas grandes y no las alcanzas? Lo que sucede es que tu autoestima se debilita, lo que genera soledad e inseguridad. Cada vez que no cumples tus metas, dañas tu autoestima. Por eso, fijarse metas demasiado altas no siempre es la mejor estrategia. La vanidad y el ego no contribuyen al crecimiento de la autoestima, ya que te hacen tardar más en mejorar tu amor propio.
La autoimagen que tienes de ti mismo se fortalece cada vez que alcanzas una meta, sin importar su tamaño. La autoimagen es cómo te ves cuando analizas tu vida. ¿Qué historia te cuentas cuando reflexionas sobre tu vida? Esa historia es el resultado de todas las metas que has logrado.
Si te interesa profundizar en este tema, te invito a la Cumbre de Líderes y al retiro Relaciones Desnudas.
Gracias por leerme,
Dr. Roch