
¿Qué edad tengo?
Cuando me preguntan por mi edad, la verdad no sé qué contestar. Prefiero reflexionar y hablar de las experiencias que he vivido hasta hoy. Te las comparto con una sonrisa en el corazón:
- 10,080 miradas que me cautivaron, 5,025 que me hicieron sonreír y 4 que me desnudaron el alma.
- 20,200 abrazos inolvidables, tres de ellos irrepetibles, porque me los dieron seres humanos extraordinarios que hoy ya no están conmigo.
- Dormí unas cuantas noches en el hospital: algunas con tristeza, como las que viví junto a mi padre antes de que muriera; otras, curiosamente, las viví acompañando a la madre de mis hijos antes de verlos nacer. Esas noches fueron inolvidables.
Tengo viajes memorables realizados con la gente que más me importa, y cada uno fue tremendamente especial:
- El viaje a Europa con mis cuatro hijos y su madre.
- El viaje de buceo con mi hijo a las islas Maldivas.
- El viaje a Chicago con mis dos hijas pequeñas para lanzarnos en paracaídas.
- El gran viaje a Islandia con mi hija más pequeña, Isabel.
- El viaje a Qatar para el Mundial de Fútbol con mi hijo Luis Gabriel.
- La visita a mi hija Andrea, que estudiaba en Barcelona.
Guardo con mucho agradecimiento el viaje a Argentina con mi amigo Pablo, donde gané el primer lugar en innovación en el campeonato mundial de magia de la FISM (Federación Internacional de Sociedades Mágicas) en Latinoamérica. Después, viajé a Busan (Corea) y Japón para competir.
¿Cómo no mencionar la invitación del Vaticano para tener una audiencia personal con el Papa Francisco en Roma? Leí el TIMO y le dejé mi libro.
También recuerdo el viaje a Puerto Escondido, Oaxaca, con Lino Ruíz, donde logré surfear las olas y mantenerme de pie, sin mucha elegancia, pero resistiendo la ola completa.
El gran viaje a Singapur, Camboya, Tailandia y Bali con la madre de mis hijos, y la visita a Sídney y Cairns (Australia) para bucear.
He tenido la oportunidad de ser socio de Trillions en Suiza y de mis restaurantes en México, Querétaro y León. También de crear mi marca personal, Dr. Roch.
Tengo 30,200 besos que recordar. Reconozco que soy muy besucón, porque me gusta tocar el alma con los besos mientras puedo. De todos ellos, seis han sido especialmente significativos.
Me emocionó la presentación de mis libros en Europa, México, Colombia y Estados Unidos, y la alegría de ponerlos a la venta en Amazon. He publicado mis últimos cuatro libros en inglés y español.
Tengo muchos inviernos melancólicos, dos primaveras aleccionadoras, tres otoños dolorosos y 30 veranos espectaculares. Solo 12 noches en las que no pude dormir, y agradezco que sean tan pocas.
He llorado 1,125 veces por gente que valía mucho la pena, y recuerdo 215 veces haber llorado por personas que no lo merecían. También recuerdo 43 carcajadas de esas que terminan con dolor de estómago, porque no puedes parar de reír y sientes que te falta el aire.
Cumplí 140 deseos de la infancia y dejé de desear 12 sueños de la adolescencia. Aún tengo un gran objetivo de vida que tal vez me lleve todo lo que me queda por vivir: desarrollar los talentos que Dios me dio (hacer dinero en el cielo) y verlo sonreír al ver mi vida.
Viví el dolor intenso de dos divorcios. El segundo fue largo, triste y doloroso; el juicio duró siete años.
Recuerdo una gran advertencia de Juan, mi abuelo materno, que entendí en mi edad adulta: “Dios está en las relaciones, pero ten cuidado porque también está el diablo”.
Me acosté en dos camas en las que hubiera preferido no estar, y en una en la que hubiera dado todo por despertar siempre.
Hay ocho errores que volvería a cometer sin arrepentirme, 27,900 errores que cometí a gusto porque los corregí rápido, y 289 de los que sí me arrepiento.
No puedo olvidar mi graduación de licenciatura en el ITESM, de la maestría en Desarrollo Organizacional en la UDEM, y de mi doctorado (PhD) en Comportamiento Humano en New Port, Estados Unidos.
La alegría de 4 títulos en el fútbol mexicano y el récord Guinness en ventas de casas en México en 2010-2011, con 64,000 casas construidas y vendidas en un año.
Y, por supuesto, la gran experiencia de amor de ser abuelo de Inés y Emilia. Disfruto cada día de sus vidas en lo que me queda de la mía.
Eso responde a mi edad cada vez que me preguntan por ella.
Gracias por leerme,
Dr. Roch
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