Conductas hacia el amor propio y la autoestima:
El escalón más importante del amor propio es: la Autoimagen.
Autoimagen
La autoestima está basada en la autoimagen. La autoimagen tiene que ver con cómo me veo yo. ¿Con los ojos de quién me evalúo cuando me miro? Puede ser alguien que, en este momento o en el pasado, haya sido una autoridad para mí, como mi amiga de la infancia, mi papá, mi mamá, una abuela, un esposo o una esposa. Es muy útil preguntarse: ¿Con los ojos de quién me valido cuando me miro a mí mismo? ¿De quién requiero aprobación para sentirme seguro y pleno?
¿Qué me decían las personas de autoridad en mi vida cuando era niño, adolescente o incluso ahora, como adulto? Revisa los juicios que has recibido y trata de escribirlos: ¿te decían inquieto, tonto, imprudente? O tal vez: artista, deportista, pintor, gordo, inteligente o simplemente chaparro.
El ser humano es individual y social.
Nos construimos hacia adentro, con trabajo interior, pero nos validamos a través de la mirada del otro.
Ese otro, con su evaluación, nos valida porque nadie puede verse a sí mismo. En ocasiones, es la mirada de un padre, una tía o un maestro. Lo ideal sería que fuese la mirada de tu yo mismo, de tu ser sabio interior, quien te valide y te dé la fuerza interior para ser y atreverte a decidir en tu vida cotidiana.
La validación la recibimos de aquellos que nosotros elegimos, consciente o inconscientemente. Es la opinión más importante para nosotros.
Cuando el otro nos valida, no pensamos en que está evaluando nuestra conducta, sino nuestro ser.
Tú corres rápido, pero la persona te dice: Eres un gran corredor. Entonces, no puedes perder, y te esfuerzas hasta el límite en la pista para ganar y así tener autoestima, porque tu autoimagen está en juego.
Cada vez que compites en una carrera, lo haces por tu identidad. No ves que el otro evalúa tu capacidad de correr rápido, sino que define tu ser al decirte: Eres un corredor que gana. Esta visión pone en juego la definición de tu persona. Y si no ganas, dejas de tener autoestima porque, a los ojos de tu validador, ya no eres el corredor ganador.
Nosotros no “somos”, estamos siendo; somos seres en proceso de transformación. Por eso nadie nos puede definir.
Cuando la gente nos evalúa, lo que nos dice es cómo nos estamos comportando, no cómo somos.
Esta mirada y evaluación de los demás nos convierten en cosas, en un objeto de logro y no en una persona.
Lo que los demás dicen que soy se convierte en una jaula.
Si quieres profundizar en este tema, te invito a leer el libro de Reingeniería Personal y a tomar el retiro de IronMan Of Life.
Gracias por leerme.
DrRoch